Estrategia. Chile no contestó al "Memorando Bákula" de
1986, que planteó demarcar la frontera marítima. En 2004, Perú reiteró
el pedido y el vecino del sur finalmente reaccionó con una negativa, lo
que derivó en la demanda ante la Corte Internacional de Justicia.
Ángel PáezTuvieron que transcurrir dieciocho años para que Chile se pronunciara abiertamente sobre el requerimiento del Perú respecto a la delimitación marítima. La primera vez que Lima formalizó el pedido lo hizo por intermedio del embajador Juan Miguel Bákula, quien, el 23 de mayo de 1986, por instrucciones del canciller Allan Wagner, le entregó al ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Jaime Del Valle, un memorando en el que consignaba la necesidad de fijar la demarcación marítima.
Santiago jamás respondió. Ahora los analistas chilenos sostienen que el silencio de La Moneda fue un grave error.
El 19 de julio del 2004, el canciller Manuel Rodríguez Cuadros actualizó la solicitud a Chile con un lenguaje más contundente en una nota diplomática dirigida a su par chilena Soledad Alvear. El diplomático peruano incluso puso fecha para sentarse ante la mesa de negociaciones.
"Tengo a honra dirigirme a Vuestra Excelencia con el objeto de referirme a la controversia jurídica sobre delimitación marítima existente entre el Perú y Chile", arrancó Rodríguez, y completó: "(Por) consideraciones de la mayor importancia en la relación bilateral, me llevan a proponer formalmente a Vuestra Excelencia el inicio, a la brevedad posible, de negociaciones bilaterales para resolver esta controversia. Propongo, asimismo, que estas negociaciones comiencen dentro de los próximos sesenta días. (...) La finalidad de estas negociaciones deberá ser el establecimiento del límite marítimo entre el Perú y Chile de conformidad con las normas del Derecho Internacional, mediante un tratado específico sobre esta materia".
La canciller chilena durante el gobierno de Ricardo Lagos, Soledad Alvear, se tomó casi dos meses en dar respuesta a la propuesta directa de Manuel Rodríguez Cuadros, ministro de Relaciones Exteriores del régimen de Alejandro Toledo.
El 10 de septiembre de 2004, la ministra Alvear contestó: "Es oportuno expresar a Vuestra Excelencia que no resulta procedente referirse a negociaciones sobre convenios vigentes (los acuerdos de 1952 y 1954), que han establecido el límite marítimo entre Chile y Perú (...)". Y concluyó, con energía: "Asimismo, debo expresar a Vuestra Excelencia que tampoco resulta aceptable la proposición de plazos en relación con materias ya acordadas por nuestros países".
Para los analistas chilenos, la negativa de Chile a negociar un tema inexistente, porque había sido supuestamente definido en documentos de 1952 y 1954, le dio a Perú la llave de acceso al tribunal de La Haya.
La nota diplomática de Rodríguez a Alvear está relacionada con el diálogo que sostuvieron los presidentes Toledo y Lagos en Santiago, el 24 de agosto del 2002. En esa ocasión, el mandatario peruano abordó el espinoso asunto y Lagos accedió a tocarlo. Pero, al filtrarse el asunto, el presidente chileno lo negó.
El diplomático y periodista chileno José Rodríguez Elizondo escribió sobre el punto: "Según fuentes peruanas, ese día (24 de agosto del 2002, Toledo) planteó frontalmente a Lagos su interés en debatir la redelimitación fronteriza, en una reunión a la que asistieron (el entonces canciller Allan) Wagner y Soledad Alvear. En Chile, el gobierno no dio ni 'filtró' información alguna al respecto, optando por un comportamiento ambiguo: sin confirmar ni desmentir la iniciativa de Toledo, se manifestó que el tema no estaba en la agenda, En simple lógica, esto significaba que ambas cosas podían coexistir".
Lo cierto es que sí tocó el tema. José Rodríguez cita un documento de la cancillería chilena, del 27 de agosto del 2002, en el que se refiere al caso: "Durante la reciente visita de Estado del señor presidente Alejandro Toledo se supo de su interés en abordar este asunto (la delimitación marítima pendiente), de lo que se tomó conocimiento con el alto respeto que merece un país amigo y vecino, sin que se considere que se trata de un tema a incluir en las agendas bilaterales, habiendo Chile definido su posición mediante acuerdo con el Perú". Es decir, sí se habló del tema y el canciller de Toledo sustanció la pretensión peruana mediante la nota diplomática del 19 de julio del 2004 del canciller Manuel Rodríguez. No se trató de un acto aislado.
"La remisión de la nota fue parte de una estrategia global para encarar y solucionar la controversia marítima con Chile", escribió el ex canciller en su libro La soberanía marítima del Perú (2010): "Era indispensable –conforme al Derecho Internacional– ensayar la posibilidad real de encontrar una solución a través de una negociación diplomática orientada por la buena fe. Solo en el caso de que el gobierno de Chile se opusiese a la negociación, se optaría por la vía jurisdiccional (la Corte de La Haya)".
Luego de la respuesta de la canciller Alvear en el sentido de que no había nada que negociar respecto a la demarcación marítima, el 12 de septiembre del 2004 el canciller Manuel Rodríguez contestó que con la nota de Chile, "salvo un cambio en las circunstancias, se ha agotado la posibilidad de la búsqueda de una solución a través de negociaciones directas". En otras palabras, Chile le extendió la alfombra roja a Perú para apelar a la Corte de La Haya.
El 4 de noviembre del 2004, Manuel Rodríguez avanzó más hacia el objetivo peruano al conseguir suscribir con el canciller chileno Ignacio Walker una declaración conjunta en la que se dice: " Los Cancilleres hemos reafirmado que el tema de la delimitación marítima entre ambos países, respecto del cual tenemos posiciones distintas, es una cuestión de naturaleza jurídica y que constituye estrictamente un asunto bilateral que no debe interferir en el desarrollo positivo de la relación entre Perú y Chile". El siguiente paso fue la demanda ante La Haya.